jueves, 18 de noviembre de 2010

Ultimas escapadas: La selva

Ultima escapada: la selva
Pues poco a poco fueron pasando las semanas, los dos nos acostumbramos a nuestros “laburos”, volvió Yuri al proyecto y nuestras actividades comenzaron a cubrirse de una fina capa de rutina, lo cual nos dio que pensar, y pensamos que era el momento de cambiar de destino: Compramos un billete de avión (bueno, 2) a Auckland (NZ), porque es a donde siempre quisimos ir, y no teníamos ningún motivo para no realizar nuestro sueño.
Mientras, no hemos parado ni un momento en Cuzco: Además de Yuri, llegaron Marta, Denisse, Maia, Diana, Moritz, Ellen (que ya estaba), Nerissa, y muchos otros voluntarios, con los que vivimos la ciudad y los alrededores. Cuzco es una ciudad irritantemente turística, pero a la vez con una variada vida nocturna que se agradece (aunque nadie nos quita la intoxicación de regetton y cumbia de la que todavía no estamos totalmente curados).
El caso es que antes de irnos del continente, conseguimos escaparnos a la Selva 3 dias, a Madre de Dios mas concretamente, llevábamos tiempo sin viajar demasiado lejos de Cuzco, y parece que nos habíamos olvidado de qué era viajar toda la noche en un autobús Peruano. Llegamos a las seis de la mañana, y conseguimos a alguien que nos llevó lejos de la ciudad, 45 minutos en lancha y hora y media caminando, y por fin llegamos a nuestro destino en los próximos días: El Lago Sandoval.

Cuando lo vi, pensé “va, no es para tanto”, pero durante estos días hemos visto monos,

guacamayos (loros),

caimanes,

arañas, peces manta, nutrias, tiku tiku y otras aves, y por supuesto una buena cantidad de mosquitos y cucarachas (aunque para estas no hacía falta salir de la habitación).
De Selva Madre de Dios, Peru




En general fueron unos días muy relajados, como relajados eran nuestros guías que hacían buena honra a la fama de la gente de la selva, pero la verdad es que nos hacían falta después de estos meses de actividad.
Creemos que no nos llevamos de “souvenir” ninguna botfly, u otro mosquito parecido, como la última vez que habíamos estado en selva, pero no podemos asegurar nada, solo espero no acabar probando el sistema sanitario neozelandés también.
Al mediodía, los guías nos animaban a bañarnos en el lago, pero en un espacio de unos “20 metros", porque allí era donde no iba a haber ningún animal hambriento molestándonos.
Nos dijeron que los caimanes sólo salían por la noche y muy temprano de mañana, así que (a pesar de que no entendíamos qué saben los animalitos de delimitación territorial, sobretodo de respeto hacia la sabrosa carne humana en su lago), nos bañamos el primer día en él, ya que el calor era increíble. Una vez dentro del agua, los guías nos gritaron “y ahora chapotear primero espantar a los peces manta que haya a vuestro alrededor”.

Y nosotros chapoteamos, pero viendo que no hubiese ningún corte en nuestra piel, ya que sabemos que la sangre los atrae, y la persona en cuestión sentiría su desagradable mordisco.
Al día siguiente, vimos caimanes en el lago de día también (uno de tres metros, por cierto, sólo le vimos la cabeza, pero era enorme), y por la noche lo vimos en la parte en la que podíamos bañarnos, así que preferimos no volver a meternos en el agua.


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