domingo, 3 de octubre de 2010

El Valle Sagrado de los inkas - Norte y Sur

Pues despues de unos dias en Cusco, yo ya estaba totalmente metida en mi curso de TEFL (Teacher of English as a Second Language: Profesora de Ingles como Segundo Idioma), que estuvo muy interesante (aprendiendo cosas del tipo: cómo enseñar inglés a principiantes sin decir una palabra de castellano, inducir a los alumnos a hablar el máximo, y yo hablar el mínimo, etc), realmente fue extraño despues de tantos meses de vacaciones volver al mundo académico, y muy exigente ya que entre clases, prácticas y trabajos no tuve tiempo para mucho.

Sin embargo, si que hicimos algo más de turismo aprovechando nuestro reencuentro con Belén, quien volvía de visitar Bolivia (pais en el que nosotros estuvimos hace 2 años - y aun conservamos cierto recuerdo "incrustado en nuestro cuerpo"-).

Contratamos un par de excursiones organizadas, llevábamos varios meses de euforía independentista (haciendo todo por nuestra cuenta), y el Valle Sagrado fue el retorno de los guias que se creen simpáticos, el compañero de viaje que llega tarde, la viajera que se cree especial y se olvida de que hay otros 29 excursionistas con ella, y las obligatorias paradas para comprar artesania en donde la agencia se lleva la comisión más alta.

Comenzamos nuestro recorrido por El Valle Sagrado de los Inkas en Pisac.



Pisac, o Pisaq, es una aldea mestiza, construida sobre restos indígenas, que todavía hoy se pueden visitar. Como se ve en la foto, lo más característico son las terrazas.¿Y qué es tan especial sobre estas terrazas? Son terrenos adaptados para sembras, de unos dos metros de ancho, y que utilizaban en terrenos con pendientes de 45 grados. Estos "andenes" son una obra de ingeniería, son armónicos y bellos, y en cada uno se creaba un microclima propio, que favorecia las cosechas. por mucho que este sistema se haya creado hace más de 600 años, hoy en día aún se sigue utilizando, por ejemplo en una de las zonas agrícolas más conocidas de China.



Sinceramente, sorprende y, a veces, sobrecoge el trabajo de que los Inkas eran capaces de hacer en mitad de una montaña o de un barranco. Estar en medio de una terraza con varios decenas de terrazas encima y otras decenas por debajo, parecen una escalera para gigantes.




En la parte alta de la zona arqueológica se encuentra un cementerio Inka, que es posiblemente, el más grande que se conserva del todo el imperio.



De Pisac nos dirigimos a Ollantaytambo, una de las únicas ciudades donde las estructuras de las casas actuales fueron contruidas durante el imperio Inka y ahora viven los descendientes de aquellos moradores. Además, al estar situado a la entrada del valle Sagrado, servía para controlar la entrada a Cusco, tanto de personas como de productos.



Esta ciudad también fue un centro religioso y político. Por supuesto, consta de unas cuantas terrazas y en la parte superior de la ciudad, existe un centro ceremonial con 6 piedras gigantes (20 toneladas por piedra) con figuras en su parte central.





Chichero es nuestra última parada antes de volver a Cusco. Este pueblo es de los más altos de la región de Cusco. Todos los domingos tiene uno de los más famosos mercados de artesania. La plaza de la iglesia se llena de vendedoras con sus ropas tradicionales, que ellos usan a diario, y venden todo tipo de artesania. Con la iglesia y el campanario a su alrededor, hacen de ello una estampa curiosa y bella. La iglesia tiene la particularidad de tener todo el techo y las paredes pintadas con motivos florales, objectos varios y personajes de la biblia. Algo realmente sorprendente.



Las compras son un poco el quebradero de cabeza que tenemos, por una parte, nos compraríamos muchas cosas, realmente a un precio asequible, pero luego esta el inconveniente de cargar con ellos y el dilema moral ¿los necesitamos?. Hay días que caemos en la tentación y hay otros que nos contenemos y pensamos en otras cosas que podremos comprar en el futuro (aunque aún no sabemos dónde será).



Al día siguiente continuamos nuestra visita a la parte Sur del Valle. Tipón fue la primera parada. Esta parte es mucho menos visitada, por lo que pudimos disfrutar de los lugares arqueológicos de manera más tranquila y sin gente en las fotos.



Tipón es un centro de estudio de irrigación de diferenets terrazas. Con ello, los Inkas estudiaron los diferentes micro climas creados y descubrían las mejores combinaciones de agua, temperatura, húmedad para cada tipo de maiz y cereal.



Por la parte alta del complejo, además de pasar un camino inka en dirección a Cusco desde el sur del país, podemos ver un acueducto de piedra que conducía el agua a unas edificaciones ceremoniales.





Después de Tipón nos acercamos a Pikillacta, una ciudadela contruida por la cultura Wari (una cultura anterior a los Inkas que dominó gran parte de la zona Andina). La ciudadela está en reconstrucción por lo que te puedes hacer una mejor idea de como era la vida diaria en esa ciudad.

De el siguiente sitio que visitamos, Andahuaylillas, nos llevamos la idea de un pueblo humilde, trabajador, donde el principal atractivo turísticos es la llamada "la capilla sixtina de América Látina". Es una iglesia bien grande con toda clase de adornos pintados, tanto en el techo como en las paredes. En una de estas existe una explicación pintada de la creación, el nacimiento y muerte de Cristo y la lucha en la tierra por la posesión del hombre entre Dios y el Diablo.

Casi en la propia ciudad de Cusco está la fortaleza ceremonial de Sacsayhuaman ("donde se sacia el halcón o condor"). El nombre original no se conoce ya que cuando llegaron los españoles, estos no les preguntaron por el nombre antes de batallar con los inkas. Y al final, el campo se lleno de cuerpos que las aves vinieron a comer.



Las murallas de la fortaleza tienen la forma de Z o de rayos, por lo que se cree que es un sitio altamente energético y es allá donde varios centros de Yoga van a ejercitarse en la zona.

Lo mismo pasa en el laberinto de Quenco, donde aún siguen haciendo ceremonias y ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra) para pedir suerte, salud o recordar a los familiares fallecidos.