Llegamos a San Pedro en bus desde Antofagasta. La verdad que tienes la sensación de llegar a un oasis en mitad de un desierto. Cuando llegamos, además del calor nos encontramos con Belén que llevaba varios días por allí después de visitar el norte de Argentina.
Se puede decir que San Pedro vive por y para el turismo, por lo que los alojamientos son caros, la comida es cara, los restaurantes son caros y las excursiones suelen ser caras... a no ser que en el albergue donde estés te alquilen bicicletas a 0 euros el día.
Para lo pequeño que es San Pedro tiene muchas cosas atrayentes en sus alrededores. Desde una ciudadela Inca, un cañón en forma de S infinita, una valle de la luna, otro valle de la muerte (no porque el calor te mate sino por ser el antiguo camino de salida del pueblo y solían fallecer las reses que pasaban por allá), los geiseres a mayor altitud del mundo (4200 m.s.n.m. - metros sobre el nivel del mar), lagunas con fauna, volcanes de 5000 m.s.n.m. y más altos y lagunas con tal cantidad de sal que no te hundes ni queriendo.
El primer día nos aclimatamos a la altitud, 2400 m.s.n.m. y que mejor que coger un par de bicicletas y darnos una vuelta por las 4 calles del pueblo y visitar una ciudadela y el cañón del diablo. Allá nos fuimos con nuestras energías, llenos de agua, comida (por si acaso pasa algo que nos pille fuertes) y nuestros mapas.
La primera parada fue en la Pukara de Quitor. Antigua ciudadela, con vistas de la entrada norte a san Pedro. Buenas vistas y varias curiosidades como las caras de indios en esculturas a la entrada de una cueva.
Después de unos kilómetros más nos encontramos con un río que atravesaba la carretera, por más que recorrimos la ribera arriba y abajo la única manera de seguir nuestro camino era cruzarlo. Así que lo cruzamos y seguimos pedaleando hasta un tambo, literalmente unas piedras en mitad de una montaña donde antiguamente habría una torre o algo así. Después de reponer fuerzas, nos adentramos en el cañón del diablo, llamado así por vete a saber por qué. Es una cañón estrecho, con muchos recovecos y donde se puede entrar en bici con cuidado ... de no pichar la rueda!!! (¿a quién le pasaría?!!).
Con mucho calor, sin agua y con un cabreo de aupa, nos volvimos a San Pedro andando hasta que una furgoneta recogió la bici pinchada y nos encontramos en el pueblo.
Al día siguiente visitamos los geiseres del Taito, un verdadero espectáculo de la naturaleza. El único problema es que sólo se ven a primera hora de la mañana, por lo que hay que darse un madrugón de padre y muy señor mio. Pero el sitio merece la pena. Lo que se ve son pequeñas fumarolas que salen de la tierra, y las origina la lava que va por debajo del agua que esta casi en la superficie. Muy muy bonito. Además, si eres valiente, te puedes dar un baño termal allí mismo. Después de visitar una aldea de camino a San Pedro llegamos al albergue con ganas de descansar por el madrugón.
El tercer día tocó de nuevo coger las bicicletas y dirigirnos a los ojos del Cejar, unas lagunas altamente saladas donde es más fácil leer el periódico dentro del agua que buscar pulpos en ellas. El único peligro es inclinarse demasiado hacia delante, con lo que te ahoges metiendo la cara en el agua. Es tal la cantidad de sal, que cuando sales tienes una costra blanca ... que no ayuda en nada a pedalear. La vuelta se hizo dura, además de por esta costra, por el calor y por unos perros que intentaron intimidarnos (lo consiguieron) y casi mordernos (la rabia es la única o de las únicas enfermedades mortales en un 100% de los casos y los perros chilenos no creemos que se vacunen de ello).
Esa misma noche viajamos hacia Arica, ciudad que hace frontera con Perú, no sin antes parar en Calama para cambiar de autobús y conseguir el mayor descuento en transporte en todo el viaje, a excepción de cuando hemos hecho dedo.
jueves, 15 de julio de 2010
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De verdad que os admiro y me siento muy orgullosa de ti a pesar de que siento un poco de miedo con vuestras andanzas los paisajes siguen siendo impresionantes , besos
ResponderEliminarGracias a vosotros, estamos todos viajando un poquito por esos mundos. Menudos espectáculos y que paisajes tan diferentes los de sur y norte de Chile.
ResponderEliminarEsperando impaciente vuestra próxima entrega. Besos.